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Mi verdad sobre la mentira

A juicio de ser tildado de reaccionario, amigo de la guerrilla, mamerto o enemigo del gobierno de la seguridad democrática, cuando en verdad crecí dentro del pensamiento conservador de Caro, Ospina y Gómez, pilares que han sido suficientes para haber apoyado al gobierno Uribe, pero que hoy no entiendo los dilemas que enrarecen mi opinión sobre lo que actualmente sucede en el país que vivimos.
Y es que no es para menos, un país cuya mayoría opina que vamos en franca mejoría en temas de seguridad, cuando somos el país con mayores índices de violencia y de desplazamiento del mundo, por encima de países como Afganistán y Senegal, en lo social, cuando se invierten miles de millones de pesos en armamento militar, mientras hospitales en capitales y pequeños pueblos olvidados del gobierno se cierran por falta de presupuesto, porque el poco que se apropia se lo roban los administradores bajo el silencio cómplice de autoridades y políticos - léase ISS, Cajanal, Emsirva, etc., en lo económico, cuando la miseria y la pobreza cunden por doquier, en un país con más de tres millones de desempleados y más de diez millones de comerciantes informales sin seguridad social ni vivienda digna y propia, y en lo político, con el triste espectáculo de un número considerable de congresistas en la cárcel, o investigados por corrupción o haber participado en crímenes con paramilitares o guerrilla.
Mientras lo anterior sucede a los ojos de un pueblo adormecido e ignorante, los políticos de turno, hoy en campaña, predican el cambio y la justicia social, el desarrollo económico con inversión del Estado, la participación ciudadana y lucha contra la corrupción, y muchos más adornos que exige nuestra comedia nacional, y entre tanto, la tragedia sigue mostrando su herida por la falta de solución a las urgencias diarias que padecen millones de colombianos, ella sigue ahí, viva y creciendo, donde las madres lloran la muerte o desaparición de sus hijos, el costo de vida y los servicios públicos suben sin control, bajo el silencio irresponsable de un Gobierno que se preocupa solo por sus amigos y sus hijos, por los cacaos que detentan el poder económico, para que se cumpla la orden del régimen: "Los ricos tienen que ser más ricos y los pobres que se jo…, siendo más pobres".
Allí radica mi inconformidad, mi deseo de que los buenos políticos que por fortuna todavía quedan, no pregonen el cambio para que todo siga igual, no engañen con sus propuestas al iluso elector que al calor de un aguardiente o una bandera, tengan un minuto de ilusión y una eternidad de sufrimiento y espera.
Me dirán que no estamos en Dinamarca sino en Cundinamarca, que Colombia es así y que hay que aprender a sobrevivir en medio de corrupción, el oportunismo y la influencia, pero a pesar de todo creo que después de haber tocado fondo, nuestro hermoso país y nuestras gentes del común merecemos un mejor futuro, escogiendo nuestros mejores líderes, hombres y mujeres que entiendan el verdadero significado de la ética de lo público, de la honradez y vocación de servicio, y entonces, como en el poema de Machado, empezaremos a despejar un nuevo camino al andar.
Pero mientras soñamos, nuestros gobernantes ciegos, sordos y mudos, deshacen el camino, desperdiciando oportunidades para solucionar problemas de vivienda, recuperación de áreas de esparcimiento y, de sobremesa…..que siga la fiesta!.