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Outlet, lealtades a mitad de precio

Ha sido la deslealtad una actitud recurrente en la historia antigua y reciente de la política y la sociedad, donde los intereses personales se han impuesto por encima de quién ha osado atravesarse en el camino de sus actores.
Y es que la historia a través de escritores, poetas y dramaturgos de la talla de Cervantes y Shakespeare, muestran con gran elocuencia los elementos de la lealtad, éste último al escribir su más grandiosa obra " Macbeth ", que describe el más perfecto de sus dramas, cuyo argumento encarnado en un noble caballero escocés de la Edad Media, después de una batalla en la cual se gana el favor del Rey, encuentra a tres brujas que le profetizan que, a su vez, se convertiría en Rey.
Otras dos profecías formuladas por las brujas se realizan casi inmediatamente, y es inevitable que Macbeth se pregunte cómo podrá cumplirse la tercera, ya que el Rey Duncan todavía está vivo y tiene dos hijos para su sucesión. Es claro que, casi en el mismo momento que escuchó la profecía, Macbeth conjeturó el asesinato de Duncan, quién le dio su confianza y lo trajo a su reino; y aunque en un primer momento rechazó la idea, su mujer, cuyo ímpetu de voluntad era más enérgico que la suya, lo incitó a hacerlo. Macbeth mata a Duncan y desvía fraudulentamente las sospechas hacia los dos hijos del mismo Rey. Éstos abandonan el país y como Macbeth es el heredero más próximo, es coronado.
Pero este primer delito arrastra inexorablemente consigo una cadena de otros ilícitos y lleva en última instancia a Macbeth a la ruina y a la muerte. Las brujas le habían dicho que, aunque se convirtiera en Rey, ninguno de sus hijos lo sucedería en el trono, que iría a parar a los descendientes de su amigo Banquo. Macbeth hace asesinar a Banquo, cuyo hijo sin embargo escapa. Macbeth, en principio un hombre bueno y valiente, termina por convertirse en la clásica figura del villano, temido y odiado por todos en medio de traidores, farsantes y aduladores.
Esa es solo parte de la historia fantástica de Shakespeare, donde se combina la ambición y la deslealtad. En la realidad sucumben personajes del común, de la alta política que aprovechan cualquier mezquina conveniencia para pagar con deslealtad la confianza depositada en ellos, ayer fue Judas, traidor por antonomasia y Absalón hijo del rey David, que asesinó a su hermano Amnón para apoderarse ilegítimamente del trono de Israel, y hoy, como la yerba mala, vemos cómo personajes de la alta política son ejemplo de deslealtad pagada con mieles del régimen, cuando una Nohemí con ínfulas de presidente, ayer tildaba de narcoparamilitar al capatáz del Ubérrimo y fue premiada por éste con las embajadas de Madrid y Londres, de Roy Barreras para con su mentor Vargas Lleras, del ex presidente Pastrana nombrado embajador en Washington por Uribe, para después irse lanza en ristre contra él, son sólo algunos ejemplos de esa entelequia llamada LEALTAD, tan desvalorizada cuando al preguntársele a los nuevos funcionarios del orden nacional, responden, " Aquí estoy estrenando lealtad con mi nuevo jefe ".
La moraleja de la nota, apunta a llamar la atención a los lectores para que inculquemos a nuestros semejantes los más caros valores de honestidad y lealtad, en medio de la cosecha creciente de mediocridad, cinismo y mentira, Dios nos proteja.

Se mueve la cosa política

Corre el mes de Julio, mes de celebraciones y fiestas agropecuarias, de cabalgata y mujeres bellas, también de política y de ofrecimientos a tutiplén.
¡Ahh! qué buena esta época de campaña, llegó el dinero y la buena lechona sin importar el virus de la gripa asesina, o mejor la AH1N1, el aguardiente y el revuelo, dice la mayoría de mercaderes de la política, o más bien de la politiquería. Es la época de negociar y firmar lo que sea, no importa que haya que jurar en falso, donar sangre, empujar carros, venderle el alma al diablo o hacer lo que sea con tal de ordeñar al ingenuo aspirante o intermediario de turno, bueno…no sabemos quién le miente a quién en el Circo de la Política; los unos, reyes del cinismo con sus mentiras y ofrecimientos manidos, y los otros, prometiendo votos correteando a la misma gente en reuniones distintas, cambiándoles camisetas y publicidad a los potenciales votantes, ante un líder que saca pecho ante el Jefe, y el aspirante feliz ante tan concurrida reunión, donde se oyen los vivas al " Dotor " y " abajos al gobierno ".
Bueno, qué haríamos sin la política, sin los momentos de euforia y de ilusiones, donde al menos un gran sector de nuestra economía se mueve con la publicidad que genera el espectáculo, así contaminemos con vallas, pendones y afiches hasta los sitios más sagrados. Lo malo es, a quién elegir de pareja al Senado y a la Cámara, quién baila mejor el son de la mentira, o al menos, quién nos puede prometer con sinceridad ayudas para nuestra ciudad del Milagroso y para nuestras gentes.
Para quienes tenemos algunos amigos y alguna experiencia en la tan maltratada política, no dejamos de soñar con ayudar a elegir a hombres y mujeres honestos y con sincera vocación de servicio, qué importan los partidos, pues azules y rojos y otros más desteñidos, no han sido ajenos a la atracción fatal de la corrupción, el clientelismo y la demagogia, para lograr permanecer en el poder o cerca del régimen; como decía el ex presidente Turbay: " se debe reducir la corrupción a sus justas proporciones ",.. qué tal ?, lo que importa entonces es escoger bien, analizar los pocos programas legislativos que ofrecen los aspirantes, en vez de caer bajo las mieles del dinero que tanta falta nos hace, pero que tanto daño le ha hecho a nuestras comunidades.
Y es que la política y el poder mueve montañas, allí no hay pretexto para no participar, lo hacen los muertos, los ancianos, los enfermos que no pueden ver y no pueden caminar, el día de la reunión son los mejores atendidos por Doña Pancha la de las empanadas, y el día de la votación no hay sordo, ni mudo, ni parapléjico, ni ex policía que no participe, pues tienen su adalid que tiene que repetir para seguir velando por sus intereses. Así es la política, así es el circo, así es nuestra democracia.
Por eso recordar las viejas épocas de campaña, donde se acordaba el futuro de nuestras comunidades con los jefes y no con los intermediarios, los liberales en Buga con un Carlos H. Morales, Camilo Arturo Montenegro, Darío Aluma Domínguez y John Jairo Bohórquez; los conservadores con un Ramón Antonio Azcárate, Marino García Gil, Laureano Tascón y Edgar Libreros Zúñiga; y hoy, lo que hay en la plaza es el sueño de que podamos unir voluntades en torno a un solo candidato a la Cámara, y que ése se comprometa a apoyar al futuro Alcalde de nuestra ciudad; Dios ilumine a John Harold y a Francined Cano, los dos unidos son llave ganadora, ¡a orar se dijo!.

Mi verdad sobre la mentira

A juicio de ser tildado de reaccionario, amigo de la guerrilla, mamerto o enemigo del gobierno de la seguridad democrática, cuando en verdad crecí dentro del pensamiento conservador de Caro, Ospina y Gómez, pilares que han sido suficientes para haber apoyado al gobierno Uribe, pero que hoy no entiendo los dilemas que enrarecen mi opinión sobre lo que actualmente sucede en el país que vivimos.
Y es que no es para menos, un país cuya mayoría opina que vamos en franca mejoría en temas de seguridad, cuando somos el país con mayores índices de violencia y de desplazamiento del mundo, por encima de países como Afganistán y Senegal, en lo social, cuando se invierten miles de millones de pesos en armamento militar, mientras hospitales en capitales y pequeños pueblos olvidados del gobierno se cierran por falta de presupuesto, porque el poco que se apropia se lo roban los administradores bajo el silencio cómplice de autoridades y políticos - léase ISS, Cajanal, Emsirva, etc., en lo económico, cuando la miseria y la pobreza cunden por doquier, en un país con más de tres millones de desempleados y más de diez millones de comerciantes informales sin seguridad social ni vivienda digna y propia, y en lo político, con el triste espectáculo de un número considerable de congresistas en la cárcel, o investigados por corrupción o haber participado en crímenes con paramilitares o guerrilla.
Mientras lo anterior sucede a los ojos de un pueblo adormecido e ignorante, los políticos de turno, hoy en campaña, predican el cambio y la justicia social, el desarrollo económico con inversión del Estado, la participación ciudadana y lucha contra la corrupción, y muchos más adornos que exige nuestra comedia nacional, y entre tanto, la tragedia sigue mostrando su herida por la falta de solución a las urgencias diarias que padecen millones de colombianos, ella sigue ahí, viva y creciendo, donde las madres lloran la muerte o desaparición de sus hijos, el costo de vida y los servicios públicos suben sin control, bajo el silencio irresponsable de un Gobierno que se preocupa solo por sus amigos y sus hijos, por los cacaos que detentan el poder económico, para que se cumpla la orden del régimen: "Los ricos tienen que ser más ricos y los pobres que se jo…, siendo más pobres".
Allí radica mi inconformidad, mi deseo de que los buenos políticos que por fortuna todavía quedan, no pregonen el cambio para que todo siga igual, no engañen con sus propuestas al iluso elector que al calor de un aguardiente o una bandera, tengan un minuto de ilusión y una eternidad de sufrimiento y espera.
Me dirán que no estamos en Dinamarca sino en Cundinamarca, que Colombia es así y que hay que aprender a sobrevivir en medio de corrupción, el oportunismo y la influencia, pero a pesar de todo creo que después de haber tocado fondo, nuestro hermoso país y nuestras gentes del común merecemos un mejor futuro, escogiendo nuestros mejores líderes, hombres y mujeres que entiendan el verdadero significado de la ética de lo público, de la honradez y vocación de servicio, y entonces, como en el poema de Machado, empezaremos a despejar un nuevo camino al andar.
Pero mientras soñamos, nuestros gobernantes ciegos, sordos y mudos, deshacen el camino, desperdiciando oportunidades para solucionar problemas de vivienda, recuperación de áreas de esparcimiento y, de sobremesa…..que siga la fiesta!.

Quién le pone el cascabel al gato

Cuenta un viejo refrán que, mientras los gatos duermen, los ratones bailan. Lo anterior para reflejar de una manera más didáctica lo que está pasando en nuestra ciudad con la ejecución y contratación de las obras públicas, sin una interventoría eficaz, y otras, donde la discrecionalidad de los funcionarios en la destinación de recursos para capacitación y compras de materiales, empeñan buena parte del presupuesto de inversión para desviarlo hacia turbias maniobras de obligados porcentajes, que hoy son de conocimiento público, pero por la falta de una veeduría y denuncia por parte de proveedores y profesionales exiliados del poder de turno, hacen de nuestra urbe, una ciudad donde se impone un debate a fondo sobre la lucha contra la corrupción y nuestro papel como actores de nuestro desarrollo.
Sin lugar a dudas, hay que reconocerle a mi amigo el Alcalde sus buenas intenciones y su interés en dejar huella, pero eso no es suficiente cuando varios de sus colaboradores no han dado la talla que exigen sus cargos y se opaca la excelente labor de unos pocos; ahí radica la inteligencia del gobernante, para que haciéndole un seguimiento a sus indicadores de gestión, revise la nómina y acopie la capacidad y vocación de servicio de profesionales idóneos y honestos que creen en su obra y quieren nuestra ciudad.
De suerte que, en el primer tramo recorrido de la presente administración, seguimos insistiendo en que las obras hay que hacerlas buscando su excelencia y calidad a costos razonables, lunar que debe preocupar al gobierno con pavimentos macheteros y con contrataciones múltiples a dedo que a pesar de ser permitidas por la ley, han dejado un mal sabor en la mayoría del colectivo social, actitud que debe ser corregida a tiempo antes de que se desplome el gobierno del amigo de todos.
Dicen los expertos que a veces es más fácil ganar una elección que gobernar y administrar; y algo debe tener el agua cuando la bendicen. Por eso el liderazgo hay que ejercerlo con sensibilidad y visión de futuro, con inteligencia y persistencia, con creatividad y planificación, pensando que lo que se siembre hoy se cosechará mañana con creces, para que esa semilla dé buen fruto en encargos futuros, y donde la moraleja sirva de ejemplo al hiperactivo burgomaestre, para que haga lo que la gente quiere ver, y diga lo que la gente quiere oír, con convicción y honestidad.
Por eso la participación ciudadana en las grandes decisiones debe ser nuestra misión como actores y no como espectadores, una tarea obligada como buenos hijos de esta tierra del Milagroso, donde se sabe criticar y destruir en silencio y no se actúa; es allí donde el malestar crece a los ojos de muchos ciudadanos que no creen en su capacidad y en su liderazgo por la falta de espacios que los convoquen y los incluyan.
Así las cosas, qué buena falta nos harían los consejos de un Jaime Castro en temas de recuperación económica; Antanas Mockus en educación y convivencia ciudadana; y Enrique Peñaloza en planeación y movilidad urbana, para que podamos soñar algún día con ciclo rutas, vías en buen estado; no como el mal ejemplo de la calle 5 entre 17 y 18; mejoramiento de zonas verdes y recuperación de parques como El Vergel, hoy hipotecado a una fundación de garaje "Fundeser" y abandonado a los ojos de indolentes funcionarios; baños públicos y recuperación del Parque Cabal y parque lineal del Faro. Ese es el reto, después pensaremos en la política.

El pecado de ser pobre

No son pocos los hogares que por culpa de la recesión, el desempleo y la dificultad de acceder a un ingreso mínimo, los lleva a vivir un conflicto permanente por culpa de los altos e inalcanzables costos de la canasta familiar que tienen asfixiados y en la profunda desesperanza a la mayoría de colombianos, donde la inexistencia de control y apoyo del Estado ha desbordado su capacidad de pago de la mínima supervivencia.
Por eso no es raro el crecimiento de los indicadores de violencia, pobreza , miseria y mercado informal, cuando un gobierno gasta millonadas en aparatos militares y referendos, cuando los sueldos de la alta burocracia se aprueban sin ningún reato de vergüenza con el pueblo que los elige, se cierran escuelas y hospitales, se acaba el ISS y se abandonan sus inmejorables instalación es para vendérselas al mejor postor; los servicios públicos ahogan con sus injustas e impagables tarifas a nuestros usuarios, se roban la Bienestarina del ICBF para dársela a los marranos, se pudren los mercados en bodegas por la desidia e irresponsabilidad de nuestra clase dirigente y funcionarios indolentes, mientras los desplazados por la violencia y la ola invernal no tienen pan ni leche para sus hijos, cuando los gobiernos apoyados por mafiosas redes del narcotráfico se preocupan por pagar los favores, mientras que el pueblo adormecido y mudo, mira impávido los negociados sin que haya una voz eficaz de denuncia que impida desviar los recursos a la inversión, como pago a la gran deuda social y política con las urgencias diarias, crece la desolación y la desesperanza, en una comunidad rica en sentimientos y en sueños fallidos.
Pero el Estado autista, ni ve, ni oye, ni entiende el clamor popular por una mejor calidad de vida, por mejores oportunidades de trabajo, por una solidaria y honesta relación entre gobernantes y gobernados. Hasta cuándo campeará la corrupción, cuando tenemos un hermoso y productivo país, pero una clase gobernante que es inferior a la confianza depositada en ellos; ese es el pecado de una comunidad que sueña con pasar de la miseria a la pobreza, de ser escuchada y de ser respetada.
Mientras el pobre ríe, su corazón llora, y nuestra clase política ad portas de una nueva elección, ofreciendo el oro y el moro y una comunidad celebrando con aplausos el repetitivo discurso de bienestar y participación ciudadana; eso somos cuando no hay educación y acción para ejercer nuestros derechos, seremos una clase social que nos merecemos nuestra suerte mientras no despertemos del letargo en que nos ha sumido el chantaje y el miedo para denunciar y atrevernos a exigir obras y políticas serias de emprendimiento empresarial, de defensa a los más desvalidos y vulnerables, en fin, de que nuestros gobernantes entiendan que el honor y la grandeza de sus altos cargos debe retribuirse con sensibilidad social, con humildad y en especial con la sabiduría que los oriente por el camino honesto y proactivo, para que al final de la cosecha se recojan frutos de reconocimiento y no de desilusión, se pueda decir que valió la pena gobernar para todos en especial para los olvidados que no tiene voz, para aquellos que sólo cuentan a la hora del voto, cuyo pago con una caja de comida y un poco de dinero, suplen al calor de un aguardiente y vivas al candidato de turno, una ilusión inalcanzable de vivir con una dignidad que calme sus lágrimas del alma.
Como colofón de las anteriores aflicciones y sueños, el mensaje es que debemos ser acores y no espectadores en la construcción de nuestro futuro.